Existen pocas tradiciones tan perennes en el deporte como es que el Movistar Inter y el Illes Balears Palma Futsal se enfrenten en la Copa de España. Fue la octava ocasión en la última década que se veían las caras, con pleno de triunfos madrileños, salvo por el del año pasado. En la XXXVI edición, también surgiría con ínfulas de jugarse un puesto en la final del torneo, algo que el conjunto mallorquín nunca había logrado. Enfrente, el club más laureado de la competición. Un espectáculo asegurado.
Sin que sirviera de precedente, la dinámica inicial no estuvo demasiado amiga del ritmo y sólo se rompía la monotonía con acciones individuales. Destellos sobre la pista, donde había un amplio abanico de posibilidades. Para muestra, la volea al larguero que conectó Javi Mínguez para despertar las palmas de los presentes. A él le siguió otro chut de Carlos Bartolomé con el mismo resultado. Estas ocasiones constataron el dominio interista, contrarrestado por una estrategia balear basada en el factor sorpresa, ya fuera con Luan Muller, con contragolpes o con apariciones intermitentes de sus hombres (Bruno Gomes, Neguinho o Piqueras, entre otros). Todo el ecosistema creado permitió que llegar al ecuador del primer acto supusiera que ambos ya estuvieran bien engrasados, con la inercia de crear peligro en ambas áreas con buena frecuencia.
La velocidad de crucero se comprobó en uno de esos desmarques eléctricos protagonizados por Cecilio, capaz de vencer al viento. Su remate, a toda velocidad, también halló palo y sumó tres para los madrileños. Por desgracia para ellos, la acumulación no conlleva sumar gol. Los telefónicos llamaban y llamaban. Entre Lucão, Raúl Gómez y Drahovsky construyeron una combinación que perpetuaba la inercia hacia la meta de Muller, con acierto para el arco tanto en esa como en otra acción individual del ala brasileño. No parecía importarle al conjunto palmesano, pues no mostraba caras de preocupación. Como si supiera que sus oportunidades llegarían. Y tenían razón: Neguinho apareció para forzar a Herrero. Fue un aviso. A la siguiente, un disparo de falta de Fabinho dejó un rechace a media altura incómodo para Gomes, que no falló a tan poca distancia para implantar el 0-1 en el electrónico. Respondió a la nada Bartolomé, como viene siendo habitual, con uno de sus potentes golpeos (incluido el desvío de Gomes). De nuevo, empate. Aquí no dejaba lugar a la especulación.
La agitación continuaría, cada vez con más puntos en la escala Richter. A minuto y medio del final, Ernesto se encontró una bola y la única oposición que vio fue a Jesús Herrero. Le disparó al cuerpo, pero a la segunda vio el hueco para adelantar de nuevo a los suyos. El 1-2, sin embargo, no se quedó hasta el descanso, pues Carlos Bartolomé volvió a enfundarse la capa de superhéroe un minuto después: el caño en banda del murciano a Fabinho le originó el espacio suficiente para superar a Muller una vez más. Aquella acción también permanecería en la retina de todo el que gritó «oh» al unísono. Ahora sí, el empate a dos goles luciría al intermedio con mejor sabor que al comienzo.
Aunque el goteo de oportunidades continuó en el segundo acto, tardaron en aparecer las claras debido al respeto que estas lides instauran. Tanto, que hasta que no habían pasado casi ocho minutos no cayó el siguiente gol: Gordillo marró una ocasión y, en otra segunda jugada como tantas en el encuentro, halló a Neguinho en el palo largo para embocar el 2-3. A estas alturas, un movimiento con fuerte carga psicológica. Para los dos, a favor o en contra. El Inter se vio obligado a imponer frenesí para buscar rápidamente la respuesta, pues todavía no había estado por delante en la semifinal. Para mayor emoción, ambos equipos entraban en bonus por faltas con casi nueve minutos por disputar.
En esos momentos, cuando la bola está ardiendo, sólo los iluminados pueden domarla. Lucão la cogió y se cruzó toda la pista contraria para ceder a Bebe y que este, sin marca, anotara la igualdad (3-3). Poco jolgorio cabía más en el Palacio de Deportes de Murcia. Hasta que llegó el 10 metros favorable para el Palma debido a una zancadilla de Lucão sobre Neguinho, lo que le permitió tener una oportunidad a Fabinho para que su equipo se adelantara por cuarta vez en el cruce. Pero no lo hizo, puesto que Jesús García, en su primera intervención desde el banquillo, detuvo el lanzamiento con total seguridad. Con 78 segundos por desarrollar, Drahovsky fue el quinto hombre en el ataque torrejonero. A diferencia del primer día, no tuvieron la misma suerte, por lo que la lotería de los penales haría acto de presencia para impartir justicia.
Aquí, no hay contestación que valga, los penaltis suelen ser una ciencia que no admite ambigüedades. Más de la mitad de la tanda fue errada y entre Luan Muller, Carlos Barrón y la madera (la cuarta en contra del Inter, esta vez con Chaguinha como protagonista) entregaron la primera presencia de los mallorquines en una final de Copa de España, donde nunca habían llegado y donde siempre se les había esperado. Una oportunidad más de romper su propia historia.
